sábado, 13 de marzo de 2010

Diferencia Y Suma

Tu mirada me diferencia. Mi mirada en cambio pretende la suma. Pero el tiempo y la distancia parecen jugar conmigo. He creído ser el rostro que te mira, cuando en realidad soy el rostro que miro. Y entonces no alcanzo a atender por qué tu mirada resta cuando mi mirada suma. Tampoco entiendo porqué esta desazón.
Surge un vacío insondable, una prueba que pasar, y sin embargo, esta prueba no existe, ni ese vacío. No puedo señalarlo y no obstante, está ahí, o aquí; está. Pero no es. Si no es, ¿qué hace que esté?
En mi rostro soy tu rostro, y veo esa distancia, ese resto, pero yo pretendo la suma. Sumar nuestra distancia, a modo de imanes opuestos que se atraen: lo igual se repele (!), pero se dice que lo semejante busca a lo semejante (!). Si lo igual se repele y lo semejante busca a lo semejante; ¿de qué va todo esto?
Si quiero la suma, ver sumando; vivir y compartir el espacio, la diferencia (!). Vivir la diferencia para proceder a la suma.

Mi mirada y tu mirada, dos espacios que se comparten, y en ese compartir de la diferencia, obtuvimos la suma.